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GTD: Vacía la mente


Vaciar la mente es un hábito básico para la productividad, que nos permite usar nuestro recurso natural más valioso para el trabajo, la mente, de la forma más eficiente posible.

Desde hace décadas, desde que el uso de los ordenadores es común, nos gusta comparar nuestra mente con ellos. Tiene sentido si pensamos en su parecido: tanto máquinas como personas podemos recordar datos, hacer cálculos y funcionar mal por culpa de los virus.

Pero un ordenador y nuestra mente no son lo mismo. No tienen las mismas capacidades. Para empezar, los ordenadores por el momento no tienen creatividad, mientras que las personas tenemos una capacidad de memorizar a corto plazo limitada (al menos sin entrenamiento).

Así es, de media podemos mantener unos siete elementos en nuestra memoria a corto plazo. Cuando estoy trabajando he de recordar varios elementos sobre lo que estoy haciendo (por ejemplo, mientras escribo he de recordar la estructura que quiero dar al artículo, qué conceptos explicar, etc.). Siete cosas son muy pocas, así que necesito dedicar el 100% de ese recurso a la tarea que estoy desarrollando ahora.

Esto quiere decir que necesito un mecanismo para descargar de esa memoria (esa RAM para seguir con la comparación) todo lo que no sea imprescindible.

Vaciar la mente es el hábito de capturar en algún lugar todas las cosas que nos están pasando en este momento por la cabeza y no tienen que ver con la tarea actual. Esto es,

  • Tomar nota del asunto tan pronto como nos surge,
  • Dedicar una pizca de tiempo al día y a la semana por ver si tenemos algo rondando la cabeza que aún no hayamos apuntado en algún sitio.

¿Qué es lo que vamos a capturar?

  • Aquello que memorizamos: una pista para identificarlo, todo lo que empieza por «que no se me olvide…», y aquí puede ir desde «ir a comprar el pan», «ir al estreno de esta película» o «llamar a mamá para ver como se encuentra». Mientras intentas recordar todas estas cosas no tendrás sitio para otras, así que irás desplazando estas hasta que se pierdan.
  • Aquello que nos viene a la mente, o las interrupciones internas: si por muy concentrados que estemos en algo nos viene una idea, nos interrumpirá nuestro estado productivo. Sin el hábito de vaciar la mente, estas interrupciones serán frecuentes: cosas que memorizamos (párrafo anterior) que hemos desplazado y ya no recordábamos volverán en el momento menos oportuno.

Vaciar la mente no quiere acabar con las interrupciones o las cosas que nos parecen importantes. Al contrario, si existen es porque nuestra mente en algún momento lo ha creído un tema importante.

Al contrario, lo que queremos es integrar estas interrupciones y cosas que recordamos en nuestro flujo de trabajo. Primero capturamos esa idea, así pasa a formar parte de nuestro sistema de confianza (algo que sucede al seguir los hábitos) y deja de ser una preocupación. Después, en su momento, dedicaremos plena atención a ese asunto, lo cuál reforzará la confianza de nuestra mente en el sistema.

Adquirir el hábito de vaciar la mente nos dejará más sitio para que nuestra mente se dedique a pensar y ser creativa en el trabajo que estamos haciendo, que es en lo que es buena; y delegará la preocupación por el resto de temas en nuestro sistema de confianza, a sabiendas de que podremos dedicarles plena atención en un momento más adecuado.

Fotografía: Brady Withers cc

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  • Muy buena esa comparación entre memoria a corto plazo y RAM, me ha encantado.


  • Últimamente parece como que se atribuye a GTD el hecho de apuntar las cosas para vaciar la mente, cuando es un método de sentido común a la que cualquier persona llegaría de forma instintiva. De hecho, ya lo hacía yo en el colegio sin que nadie me lo dijera.

    Lo que sí es cierto es que a veces olvidamos anotar las cosas en el momento, confiando en nuestra traicionera memoria. Y, paradójicamente, también se nos olvida recuperar nuestras notas. A veces también se nos olvida el detalle de la nota, e incluso hasta el contexto.

    Para ayudar a esta mente tan olvidadiza necesitamos herramientas como un simple papel y boli, o una grabadora, o cualquier herramienta tecnológica que registre ese algo que surje y que necesita de nuestra atención posterior. Y no ya para que no se nos olvide, sino también para que nuestra mente tenga el foco y la concentración únicamente en la tarea actual, en vez de dispersarse en aquellas cosas que debe recordar después.


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