Du Tudú: GTD y productividad personal

Lo que aprendí en el metro de Japón

Cosas de productividad que me enseñó el metro de Japón
Llevo algunas semanas sin escribir, y como alguno sabrá es porque he hecho mis vacaciones tardías de verano. Este año he ido a Japón, y el viaje me ha impresionado tanto que he necesitado un par de semanas para digerir lo vivido.
El viaje a Japón es sorprendente para un occidental porque es una cultura totalmente distinta, y se nota en todo: desde la comida hasta la interacción con la gente. De todos esos descubrimientos que hice, por supuesto, también me fijé en los relacionados con la productividad.
Si quieres ver cómo va la optimización de las pequeñas cosas diarias en Japón, es suficiente con observar cómo funciona el metro o el tren, es un modelo a escala que representa muy bien
Es cultural: el querer hacer las cosas lo mejor posible, de forma rápida, ordenada y limpia, sale de los mismos japoneses, independientemende de su trabajo o nivel de responsabilidades. Es decir, no sólo sale de ellos mismos sino que es algo natural para todos.
Todos a una: siguiendo con su herencia cultural, las acciones de la gente siempre van guiadas hacia el benificio de la mayoría. Por ejemplo, en los accesos al metro todo el mundo pasa de forma fluída para no molestar, o se aparta en pasillos y escaleras mecánicas (en mi ciudad estas cosas son la excepción que te hace saltar lágrimas de alegría cuando ocurre). El máximo ejemplo está en la cola que se guarda en el andén para entrar ordenadamente al vagón.
La confianza ayuda a la optimización: Japón es un país ideal para el turismo, porque hay pocos o ningún robo (también por razones culturales). En el metro, por tanto, no esperan que nadie se quiera colar, y aprovechan esto para optimizar el flujo de pasajeros; como el caso más común es el de ‘billete válido’, para no entorpecer el paso las barreras están abiertas por defecto, y sólo se cierran en caso de un problema con el billete.
Optimiza todo lo mejorable: hay dos sistemas de pago en el metro. Uno es el tradicional billete con banda magnética. El mecanismo de validación captura el billete al inicio de la barrera y lo procesa y entrega en el otro extremo en menos de un segundo (justo el tiempo que tardas en cruzar la barrera si sigues caminando sin parar). Ahora escribo esto desde el tren en mi ciudad, y al entrar me ha desconcertado que el billete tardara 4 segundos en validarse, más la espera para que se abrieran las barreras.
El problema de este sistema es que se tiene que comprar el billete en cada viaje (no tienen bonos), así que mucha gente usa el otro sistema de pago: una tarjeta prepago recargable que funciona por contacto. Esta tarjeta, que también se puede usar en comercios y máquinas expendedoras, sólo se tiene que acercar a la barrera de acceso para que descuente el importe del viaje. Rápido, ¿verdad?
Información y señalización: en los transportes japoneses está todo señalizado, en caracteres orientales y occidentales. «Todo» no sólo es el sentido de cada andén y las estaciones anteriores y siguientes, numeradas, o que en el suelo haya líneas de colores para llevarte por el transbordo; hay carteles para que sepas incluso cuál es el vagón óptimo en el que subir en función de tu estación de destino (porque, por ejemplo, quede justo delante de las escaleras mecánicas). La señalización es excelente, sin ambigüidades.
Coherencia: en todas las estaciones de todas las compañías del país se usan las mismas máquinas expendidoras de billetes, en todos los autobuses de todas las ciudades el mismo panel indicando el precio del trayecto. Incluso la tarjeta de prepago puede usarse en cualquier compañía. Esto permite ser de una ciudad y usar el transporte público en otra ciudad sin perder tiempo en adivinar cómo funciona.
Aprovechar cualquier hueco: todo el mundo tiene alguna máquna de entretenimiento, desde consolas portátiles a móviles avanzados. Nunca están parados, si tienen un momento en la cola del tren o durante el trayecto lo aprovecharán para jugar o consultar el correo.
No todo son maravillas en esta sociedad, claro. El metro también se ven ejemplos de suicidio por deshonor, que es muy típico de su cultura; pero es mejor quedarse con lo bueno de cada sitio 😉

Llevaba algunas semanas sin escribir, y como alguno sabrá es porque he hecho mis vacaciones tardías de verano. Este año he ido a Japón, y el viaje me ha impresionado tanto que he necesitado un par de semanas para digerir lo vivido.

El viaje a Japón es sorprendente para un occidental porque es una cultura totalmente distinta, y se nota en todo: desde la comida hasta la interacción con la gente. De todos esos descubrimientos que hice, por supuesto, también me fijé en los relacionados con la productividad.

Si quieres ver cómo va la optimización de las pequeñas cosas diarias en Japón, es suficiente con observar cómo funciona el metro o el tren, es un modelo a escala de su filosofía de mejora (y más les vale, pues el metro de Tokyo ha de absorber un tráfico de 2.800 millones de personas al año)

Es cultural: el querer hacer las cosas lo mejor posible, de forma rápida, ordenada y limpia, sale de los mismos japoneses, independientemende de su trabajo o nivel de responsabilidades. Es decir, no sólo sale de ellos mismos sino que es algo natural para todos.

Todos a una: siguiendo con su herencia cultural, las acciones de la gente siempre van guiadas hacia el benificio de la mayoría. Por ejemplo, en los accesos al metro todo el mundo pasa de forma fluída para no molestar, o se aparta en pasillos y escaleras mecánicas (en mi ciudad estas cosas son la excepción que te hace saltar lágrimas de alegría cuando ocurre). El máximo ejemplo está en la cola que se guarda en el andén para entrar ordenadamente al vagón.

La confianza ayuda a la optimización: Japón es un país ideal para el turismo, porque hay pocos o ningún robo (también por razones culturales). En el metro, por tanto, no esperan que nadie se quiera colar, y aprovechan esto para optimizar el flujo de pasajeros; como el caso más común es el de ‘billete válido’, para no entorpecer el paso las barreras están abiertas por defecto, y sólo se cierran en caso de un problema con el billete.

Optimiza todo lo mejorable: hay dos sistemas de pago en el metro. Uno es el tradicional billete con banda magnética. El mecanismo de validación captura el billete al inicio de la barrera y lo procesa y entrega en el otro extremo en menos de un segundo (justo el tiempo que tardas en cruzar la barrera si sigues caminando sin parar). Ahora escribo esto desde el tren en mi ciudad, y al entrar me ha desconcertado que el billete tardara 4 segundos en validarse, más la espera para que se abrieran las barreras.

El problema de este sistema es que se tiene que comprar el billete en cada viaje (no tienen bonos), así que mucha gente usa el otro sistema de pago: una tarjeta prepago recargable que funciona por contacto. Esta tarjeta, que también se puede usar en comercios y máquinas expendedoras, sólo se tiene que acercar a la barrera de acceso para que descuente el importe del viaje. Rápido, ¿verdad?

Información y señalización: en los transportes japoneses está todo señalizado, en caracteres orientales y occidentales. «Todo» no sólo es el sentido de cada andén y las estaciones anteriores y siguientes, numeradas, o que en el suelo haya líneas de colores para llevarte por el transbordo; hay carteles para que sepas incluso cuál es el vagón óptimo en el que subir en función de tu estación de destino (porque, por ejemplo, quede justo delante de las escaleras mecánicas). La señalización es excelente, sin ambigüedades.

Coherencia: en todas las estaciones de todas las compañías del país se usan las mismas máquinas expendedoras de billetes, en todos los autobuses de todas las ciudades el mismo panel indicando el precio del trayecto. Incluso la tarjeta de prepago puede usarse en cualquier compañía. Esto permite ser de una ciudad y usar el transporte público en otra ciudad sin perder tiempo en adivinar cómo funciona.

Aprovechar cualquier hueco: todo el mundo tiene alguna máquna de entretenimiento, desde consolas portátiles a móviles avanzados. Nunca están parados, si tienen un momento en la cola del tren o durante el trayecto lo aprovecharán para jugar o consultar el correo.

No todo son maravillas en esta sociedad, claro. El metro también se ven ejemplos de suicidio por deshonor, que es muy típico de su cultura; pero es mejor quedarse con lo bueno de cada sitio 😉

Fotografía: Metro Woman por Extra Medium

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