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¿Por qué aprender efectividad personal?


(Spoiler: aprender efectividad personal es una habilidad imprescindible para hacer nuestro mejor trabajo y no sufrir estrés; si quieres saber por qué, sigue leyendo).

La efectividad es hacer bien las cosas correctas. Redactar un informe puede ser correcto, pero si lo hacemos distraídos lo haremos mal (introduciendo datos erróneos, por ejemplo). Hacer una tarea que no nos corresponde tampoco es efectivo, aunque seamos excelentes.

La efectividad personal es la competencia o habilidad de una persona de ser efectiva. La persona efectiva hace las cosas que debe hacer, y las hace bien. Tiene claro los resultados que debería obtener y actúa para conseguirlos.

Entre el trabajo más concreto y definido (apretar un tornillo en una línea de montaje) y el más abstracto y estratégico (ser presidente de un estado) hay toda un espectro de ocupaciones y responsabilidades. La tuya también está en ese rango.

Para tu trabajo, como en el resto, ¿no es deseable la efectividad? Idealmente, ¿no deberíamos hacer todos lo que tenemos que hacer, y de la mejor forma posible?
Ahora piensa en tu trabajo durante la última semana. ¿Tienes la sensación de que pasas el 100% de tu tiempo siendo efectivo? Sino, ¿cuanto? ¿Un 90, un 80%? ¿Menos?

Si no estás un porcentaje alto del tiempo siendo efectivo, probablemente trabajes con la sensación de que hay cosas que no están bajo control. Esa sensación es el estrés, y no hace falta que hable de cómo nos afecta a la salud y a la calidad de lo que hacemos.

La efectividad personal aplica a la persona

Estarás pensando, “yo quiero hacer las cosas que he de hacer, pero es que en mi trabajo…”, y aquí una serie de situaciones: reuniones, interrupciones, emails, etc. Esto te da dos opciones:

  • Cambiar el entorno en el que trabajas: eliminar las reuniones, dejar de usar el email para comunicarte, etc.
  • Cambiar tu respuesta al entorno: si acepto que esa es mi realidad, qué cosas puedo hacer para que no afecten a mi efectividad.

Los cambios del entorno son posibles, pero requieren grandes esfuerzos para conseguir pequeñas mejoras cada vez. No podemos esperar a que toda una organización cambie para que nosotros empecemos a trabajar mejor.

La otra opción es la más realista: hacer lo que esté en nuestra mano para mejorar nuestra forma de trabajar. Hemos de adoptar hábitos que provoquen que cada minuto trabajado sea un minuto aprovechado de la mejor forma.

La competencia que estamos buscando se llama efectividad personal. Se puede aprender a ser efectivo. De hecho, no se nace siéndolo. Si no estás en ese 100% de sensación de hacer lo que deberías estar haciendo es que tienes margen de mejora.

En resumen, muchos de los entornos de trabajo actuales (y en ocasiones hábitos personales) nos dificultan que pasemos todo el tiempo siendo efectivos. Esto provoca estrés y como consecuencia peores resultados. Cambiar esta situación pasa más por aprender competencias como la efectividad personal y menos por esperar a que el entorno cambie.

Imagen: Clark Young

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